Descripción
El relato que sigue a continuación de este breve proemio presenta una serie de anomalías dignas de considerar. En primer lugar, se trata de una especie de pecado de juventud aunque al momento de la redacción esta ya me había abandonado desde hacía rato. Por otra parte, es menester aclarar que el texto constituye, según palabras de los primigenios lectores, y muy a pesar de mis intenciones, un verdadero catálogo de obscenidades, incongruencias, contradicciones y escatologías varias. Introduzco aquí algunas de ellas para quienes no pudieren atravesar el alambre de púas en que se erigen estas líneas, expresiones tales como “mierda”, “pito”, “meo”, “coger”, “paja”, “flatulencia”, “diputado”, “presidente” y “policía” resultan moneda corriente a lo largo de la historia. En cuanto al estilo, diré que, para evitar repeticiones, me he servido de los más variados sinónimos, algunos de los cuales son de uso tan infrecuente que, de seguro, dificultarán la lectura comprensiva. Algún(a) malentretenido(a) lector(a) podrá decir con toda razón que la obra está desbalanceada, pues la primera parte abarca casi la totalidad de la novela, mientras que la segunda es apenas un suspiro. Nada tengo para decir contra esa aseveración….
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